Dos palabras sumamente poderosas, que te pueden iluminar el
día como nunca imaginaste, o que sencillamente al no ser escuchadas pueden
llevarte a la oscuridad más grande que pueda haber... Son palabras importantes,
que se dicen porque se quiere, porque se sienten, porque son esenciales para
poder sentirse bien, para que el otro, aunque ya lo sepa, sienta que eso nunca
se va a perder...Con lágrimas en los ojos te puedo decir que no escucharlas es
como una tortura, una de esas que te dejan vacía, triste, infeliz, te dejan con
una sensación algo incómoda, no sabes exactamente qué sientes, pero de algo
estas segura, y es que no es bueno, no es bonito. ¿Por qué? Porque llevas tanto
tiempo escuchándolas a diario y a cada instante de tu día que llega el momento
en el que cuando pasa el día entero en que no aparecen te desgarra el alma, te
desgarra el corazón y te lo dejan hecho añicos, porque aunque tú quieras
decirlo, esperas a escucharlas primero, porque extrañas que sea así, porque
quieres que esa persona, esa única persona que puede decirlas, llene el vació
que deja el no tenerlas como antes. Te juro que cuando las lees y aún más
cuando las escuchas saliendo de esos labios que tanto amor te dieron, es como si
se iluminara ese espacio oscuro que había, es como si se prendiera una llama
que te incendia el cuerpo entero, que te hace arder de amor y de sueños, de
deseos de que no se vuelvan a ir, de que no se queden en el olvido, porque tu
más que nadie sabes que para ti esas palabras nunca quedarán atrás, y más
cuando se trata de alguien que ha dado todo por ti, que ha estado contigo día y
noche, en las buenas y en las malas, y que ahora no esté, hace que esas dos
palabras tan cortas y sencillas pero al mismo tiempo tan fuertes, valgan más de
lo que alguna vez pudiste imaginar.
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