A veces me detengo un momento a pensar y digo ¿cómo es
posible que exactamente hace un año todo era tan diferente? ¿Cómo es posible
que siempre tuve todo en frente mío y no fui capaz de detenerlo? y ahora que no
puedo hacer nada por cambiar mis errores me siento extrañada de pensar lo
extraño que no es tener tanto de lo que siempre había querido. Aquellas
conversaciones infinitas, que parecía que no iban a tener conclusión alguna,
que en caso de que se cerrarán había mil y un temas en cola que esperaban para
ser desglosados parte por parte hasta repetir el ciclo. Aquellas llamadas tan
frecuentes que a pesar de la soledad que se pudiera sentir llenaban todo a tu
alrededor y te hacían sentir plena. Los mensajes lindos y tiernos, llenos de
palabras que te calaban hondo por la fuerza que tenían con solo leerlas.
Aquellas respuestas a versos y letras enviados que reconfortaban tanto. ¿Éramos
unos niños no? unos pequeños soñadores, llenos de ilusiones, metas sueños que entre
más pronto se hicieran realidad, mejores eran... Tengo la fe puesta en esos
niños, en que ellos van a saber cómo volver a sus raíces, en que van a
encontrar el camino de vuelta a casa, de vuelta a todo aquello que creían que
nunca podría tener fin.
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