Son las 11:47 pm. No puedo dormir
¿qué hace uno cuando el insomnio lo ataca?
Probablemente muchas cosas... Comer, imaginar cosas, pensar en otras,
sentirse solo... ¿Qué hago yo? Me siento
en mi cama y me detengo a mirar el pasado, ese pasado que hacía que cada día
fue único. ¿Qué más hago? Pensar en usted, pensar en esa preciosa sonrisa que
solamente yo lograba sacar, pensar en esos hermosos ojos qué brillaban con amor
puro cada que me veían, pienso en ese cabello revuelto que amo acariciar,
pienso en esas manos que han sido las únicas capaces de tocarme y hacerme
sentir que cada poro de mi piel vibra al ritmo de su tacto. Se preguntará
usted, joven, por qué pienso en eso; la respuesta es muy sencilla : porque
sencillamente no ha existido en el mundo y en lo poco que he vivido, una sola
persona que haya sido capaz de mirarme como usted lo ha hecho, de amarme y
soportar tantos demonios juntos como usted bien ha sabido hacerlo. ¿Qué porqué
solo usted? Porque hay en usted, y en su esencia ese algo que siempre desee en
mi vida, es usted, tal cual, la persona
que ha habitado en mis sueños y en mis libros,
la persona que ha logrado calarse tan hondo en mí ser, que se ha robado
mi alma y mi corazón por completo.
Ahora, le pido mil disculpas si
me he puesto a mirar sus escritos, sus pensamientos, pero entienda que de vez
en cuando es bueno recordar todo lo que yo lograba causar en usted y todo lo
que decía usted sentir cada que me veía y pasaba horas hablando conmigo después
de días tan pesados como los de aquel tiempo.
Como lo conozco, sé que se está preguntando por qué es bueno recordar
ese pasado; aquí está si respuesta: porque de alguna manera eso me ayuda a
recordar y volver a tener idea de qué era lo que yo hacía tan bien para que
usted se sintiera en el mismo cielo gracias a mí. ¿Y quiere que le diga
algo? ¡Me surtió efecto! No me pondré a
decirle qué era todo eso que hacía, pero si le diré que le puedo asegurar que
al leer todo eso el corazón me daba botes de alegría, porque con cada salto que
daba me hacía caer en cuenta de que aún soy esa niña de la cual usted se
enamoró, que aún sigo aquí queriendo darle miles de alegrías y momentos felices
después de tan larga ausencia.
Me disculpo con usted por haberlo
hecho esperar tanto. Le pido mis más sinceras disculpas por haber hecho tanto
daño con mi ausencia. Pero he vuelto, y le puedo asegurar y si usted desea, le
puedo jurar que de aquí no me voy a ir y que de aquí nadie me va a quitar.
Llámelo revelación, milagro,
iluminación divina, pero créame que en estos momentos no quisiera nada más que
tenerlo justo aquí a mi lado para decirle a esos ojos que tanto han esperado
por mí, que he vuelto, que he regresado con el doble de carga, para que
mientras usted pueda regresar a este lugar junto a mí, que siempre fue su casa;
baste para ambos, baste para que usted no se vaya, baste para demostrarle que
puede confiar en mí y en que nunca volveré a irme.
Finalmente, quiero que usted,
príncipe de mis libros, sienta con cada palabra que le he escrito, que es
posible revivir cada bello momento junto a mí, que sienta que su amor por mi
aumento en algún porcentaje así sea el mínimo. ¿Porque le digo esto último?
Porque escribirle a estas horas a usted no es en vano, porque estoy decidida a
concederle su deseo de enamorarse de mí, porque aunque suene ridícula mi forma
de escribir, es un arma que tengo para pedirle a usted que vuelva a mí, y a
este corazón que lo espera con los brazos abiertos, y con los mayores deseos
sacar cada espina que mi ausencia pudo incrustar, para así poder sembrar en
usted nuevas flores que ambos cuidaremos hasta que sus raíces vuelvan a ser lo
suficientemente fuertes para considerar esto como nuestro logro más grande como
la unidad que en medio de todo siempre hemos sido.
Me despido, no de usted, sino de
esta retahíla de palabras, no sin antes recordarle que usted ha sido la
bendición más grande que he tenido, y que todo en la vida pasa por algo, en mi
caso, paso para darme cuenta de que usted, joven, ha sido y será mi más grande
tesoro, y que no me permitiré que alguien más lo encuentre.
Gracias por su atención, y por
tomarse el trabajo de leer tantas palabras que solamente quieren hacerle saber
cuán fuerte es mi sentir por usted.
Qué tenga un maravilloso día,
príncipe, y que Dios lo acompañe y me acompañe a mí en cada paso que demos en
pro de nuestro feliz para siempre.
Con el más valioso amor: alguien
que usted más que nadie sabe que lo ama con cada parte de su ser.